2024 Easter Reflection from Bishop Chad Zielinski
Dear Friends in the Risen Christ.
In my recent Holy Thursday homily, I emphasized the profound significance of the Gospel reading, which commences with the Last Supper dialogs, John 13:13-17. These are not just theological discourses but the very words of Jesus, revealing his eternal relationship with the Father, his mission to redeem humanity, and the role of his disciples. At the Last Supper, Jesus bent down and washed their feet, a massive cultural taboo by someone who was considered a master. The disciples were unaware of the imminent events to come.
Jesus’ words continue to resonate in the Church today, reminding us of the Risen Christ’s presence: “Do you realize what I have done for you? You call me ‘teacher’ and ‘master,’ and rightly so, for indeed I am. If I, therefore, the master and teacher, have washed your feet, you ought to wash one another’s feet. I have given you a model to follow, so that as I have done for you, you should also do. Amen, amen, I say to you, no slave is greater than his master nor any messenger* greater than the one who sent him. If you understand this, blessed are you if you do it.”
The Lord’s Supper reminds us of Jesus’ life and mission as a miracle worker, forgiver, healer, and Messiah: “I am the way and the truth and the life. No one comes to the Father except through me,” (John 14:6). This scripture profoundly reveals the living ministry of the Risen Christ in the Church today.
Jesus’ insatiable desire to love his own drove him to offer the Last Supper, the First Mass; while instituting the priesthood, which is united to the sacrifice on Calvary but only makes sense when he rises on Easter Sunday. These two foundational events allow us to meet him in the Eucharist.
It has been 18 months since I began to serve you as your shepherd here in the Diocese of New Ulm. During my parish visits, I have heard stories from many of you about the power of the Risen Christ, bringing healing and forgiveness and breathing hope into your lives. I have witnessed this, especially during the Hope and Healing Services held in the diocese. But I have also heard stories of people who have walked through a Good Friday experience, but at the same time knowing that the Risen Christ accompanied them through their journey, especially through the help of others.
I write to you during this Easter Season quoting the words of the Risen Christ, “Truly, truly, I say to you, whoever believes in me will also do the works that I do; and greater works than these will he do, because I am going to the Father,” (John 14:12).
These great works are happening and will continue to happen in the Diocese of New Ulm. Be assured that the Risen Christ is present, alive, and at work, especially as we encounter him at Mass, where we consume the Risen Jesus in the Holy Eucharist so he can consume us and send us forth like his disciples to do greater things. “Then he took the bread, said the blessing, broke it, and gave it to them, saying, ‘This is my body, which will be given for you; do this in memory of me,’” (Luke 22:19).
If you would like to share a story with me, please send a letter to my office. I promise you I will read it, place it in a basket before the altar in our chancery chapel, and pray in thanksgiving for a blessing received, healing needed, or for prayers for a loved one that you would like the Risen Christ to place the loving touch of his healing hand upon.
Let us, the faithful of the Diocese of New Ulm, go forth as fearless witnesses of the Risen Christ. Let us carry the good news, the hopeful and healing news, to all we encounter, spreading the transformative love of the Risen Christ.
A most blessed Easter Season to you and your families.
Bishop Chad W. Zielinski
Queridos amigos en el Cristo Resucitado.
En mi reciente homilía del Jueves Santo, enfaticé el profundo significado de la lectura del Evangelio, que comienza con los diálogos de la Última Cena, Juan 13:13-17. Estos no son sólo discursos teológicos sino las mismas palabras de Jesús, que revelan su relación eterna con el Padre, su misión de redimir a la humanidad y la función de sus discípulos. En la Última Cena, Jesús se inclinó y les lavó los pies, un tabú cultural masivo para alguien que era considerado un maestro. Los discípulos no estaban conscientes de los inminentes acontecimientos que estaban por venir.
Las palabras de Jesús siguen resonando en la Iglesia hoy, recordándonos la presencia del Cristo Resucitado: “¿Se dan cuenta de lo que he hecho por ustedes? Me llamas “profesor” y “maestro”, y con razón, porque efectivamente lo soy. Por tanto, si yo, el profesor y el maestro, han lavado los pies, ustedes deberían lavar los pies los unos a los otros. Les he dado un modelo a seguir, por lo que yo he hecho por ustedes, y ustedes lo hagan. En verdad, en verdad les digo que ningún esclavo es mayor que su amo, ni ningún mensajero mayor que el que lo envió. Si entiendes esto, bendito serás si lo haces”.
La Cena del Señor nos recuerda la vida y la misión de Jesús como un trabajador milagroso, que perdona, sanador y Mesías: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6). Esta escritura revela profundamente el ministerio vivo de Cristo Resucitado en la Iglesia hoy.
El deseo insaciable de Jesús de amar a los suyos, lo impulsó a ofrecer la Última Cena, la Primera Misa; al tiempo que instituye el sacerdocio, que está unido al sacrificio del Calvario pero que sólo tiene sentido cuando resucita el Domingo de Pascua. Estos dos acontecimientos nos permiten encontrarnos con él en la Eucaristía.
Han pasado 18 meses desde que comencé a servirles como su pastor aquí en la Diócesis de New Ulm. Durante mis visitas parroquiales, he escuchado historias de muchos de ustedes sobre el poder del Cristo Resucitado, al traer sanación, perdón y esperanza a sus vidas. He sido testigo de esto, especialmente durante los Servicios de Esperanza y Sanación celebrados en la diócesis. Pero también he escuchado historias de personas con vivencias de Viernes Santo, pero al mismo tiempo se dieron cuenta que el Cristo Resucitado los acompañó en su camino, especialmente a través de la ayuda de los demás.
Les escribo durante este Tiempo de Pascua citando las palabras del Cristo Resucitado: “De cierto, de cierto os digo, el que cree en mí, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre” (Juan 14:12).
Estas obras grandes se están llevando acabo y seguirán en la Diócesis de New Ulm. Tengan la seguridad de que el Cristo Resucitado está presente, vivo y trabajando, especialmente al encontrarlo en la Misa, donde tomamos al Jesús Resucitado en la Sagrada Eucaristía para que él pueda consumirnos y nos envía como sus discípulos a hacer cosas grandes. “Entonces tomó el pan, y habiendo dado gracias, lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que será entregado por vosotros; haced esto en memoria mía’” (Lucas 22:19).
Si usted le gustaría compartir una historia conmigo, les pido que envíe una carta a mi oficina. Les prometo que lo leeré, lo colocaré en una canasta ante el altar en la capilla de la diócesis y oraré en agradecimiento, por la bendición recibida, necesidad de sanación u orar por un ser querido para que el Cristo Resucitado toque su mano sanadora.
Fieles de la Diócesis de New Ulm vayamos sin temor como testigos del Cristo Resucitado. Llevemos la buena nueva, la noticia sanadora y de esperanza a todos los que vayamos a encontrar, difundir el amor transformador del Cristo Resucitado.
Que tengan una temporada de Pascua llena de bendiciones.
Bishop Chad W. Zielinski